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Opinion

La impudicia de Javier Corral

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Por: Antonio Pineo Cornejo

Chihuahua, Chih., a 8 de septiembre del 2023.- Hemos abundado sobre la corrupción del ex gobernador Javier Corral, su enriquecimiento “extraño”, para decirlo con suavidad; sobre la deslealtad hacia el PAN que le dio todo lo que es, sobre su indolencia y falta de disciplina laboral, de hecho su primer oportunidad de trabajar se le presentó hasta los 50 años, en la gubernatura y la desdeño.

Es deleznable, baste mencionar sus ambiciones de subirse al carro ganador de MORENA y de Andrés Manuel López Obrador, no obstante haber sido un precoz crítico del presidente, pues a solo meses de iniciado el sexenio ya encabezaba un grupo con pretensiones de ser contrapeso: los “ternuritas”.

Desde su primera vez como diputado plurinominal federal, había dado su opinión sobre Andrés Manuel, sincera, era aún joven e idealista, y no el calculador y oportunista en que a devenido: “Es un hijo de la chingada… pero tiene efecto teflón, nada se le pega”. Ahora se muestra obsequioso, bajuno, oficioso en su servilismo, con quien le inspira nulo afecto y respeto.

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El problema con López Obrador y un eventual regreso a la Cámara de Diputados por la vía plurinominal, como se especula a partir de la desesperada búsqueda de liderazgos de MORENA; luego de ver difícil su llegada por el Movimiento Ciudadano. El problema con Andrés Manuel, volvemos al punto, es que el presidente lo ha dicho infinidad de veces, que para él es más importante la lealtad, que la capacidad; hasta pone porcentajes: 90% de lealtad, 10% de capacidad. Corral Jurado no pasa este filtro.

No conoce la lealtad, centrémonos en un sólo ejemplo: Cruz Pérez Cuéllar, alcalde de Ciudad Juárez, quien fue su incondicional por años en una sociedad política y amistad que terminó en compadrazgo. Una sociedad benéfica para ambos mientras duró, Cruz Pérez Cuéllar penetró en “La familia feliz”, encabezada por Pancho Barrio gobernador y logró su primer diputación plurinominal en 1994, con sólo 25 años. Corral lo sucedió en la curul en 1997.

Cruz Pérez Cuéllar sabía corresponder; cuando Corral fue presidente estatal del PAN en Chihuahua, Cruz trabajaba duro y cubría sus repetidas y largas estancias en “La Antigua Paz”, era su principal operador político, de hecho de la dupla era la parte que sabía hacer política con los electores, sabía acercarse a las personas y escuchar

Mientras Javier se echaba sus cervezas jugando dominó y comiendo taquitos dorados, Cruz hacía política partidista, en 2008 lo dejó patente. Cruz se volvía un político con bases partidista, mientras Javier se afianzaba como un personaje que sabía desempeñarse en la mesa de negociaciones, de pláticas en corto, de acuerdos cupulares. Su arrogancia y complejo de “Niño Maravilla”, le impedía incluso saludar, por eso no ganaba elecciones por la vía del voto.

En su primer incursión en la política electorales 1991, se embriagaba con su oratoria, no buscaba el voto, buscaba que lo escucharan, que vieran porque era “El Niño Maravilla”; mientras que su oponente Óscar Nieto Burciaga, quien de infante no se aprendió de memoria los discursos de Luis Echeverría y López Portillo, escuchaba a los ciudadanos… ¡por supuesto ganó Oscar!

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La puñalada a Pérez Cuéllar

Caminaron juntos en política por más de 15 años, el rompimiento se dio en 2004; Javier Corral, apoyado por las cúpulas del PAN logró la candidatura a la gubernatura y Cruz Pérez Cuéllar era el candidato a la presidencia municipal de Ciudad Juárez. Javier egoísta como es, le pidió a su compadre que declinara para lograr que Angélica Fuentes fuera la candidata; en sus cálculos la empresaria le daría más votos y sobre todo mayor financiamiento a la campaña.

Cruz había ganado la candidatura en asamblea y simplemente lo enfrentó encabritado; no se plegó a los intereses del compadre y vino la ruptura, misma que se ahondó cuando en 2008, Cruz Pérez Cuéllar enfrentó a Corral y a Pancho Barrio en la elección de presidente del CDE del PAN, posición que ya había ocupado una vez Pérez Cuéllar e iba por un segundo periodo. Pancho y Corral le opusieron a Rocío Reza, actual diputada federal; aquí Cruz cosechó el trabajo político realizado mientras Corral se echaba una cervezas en “La antigua Paz”, les ganó a los dos.

A la deslealtad de Javier Corral con su compadre Cruz Pérez Cuéllar vinieron muchos desencuentros más. Como anécdota: en el hotel Barceló en la Ciudad de México, en un inesperado encuentro en el vestíbulo; Javier bajaba del elevador en compañía de un jovencito y su compadre al verlo le mentó la madre, con ganas de que le respondiera, Corral simplemente apuró el paso, Cruz acepta que así fue el desencuentro.

No hay lealtad en Corral, ni agradecimiento, otro ejemplo sería José Pérez Michel, quien fue como su padre desde niño y no le pudo pagar peor. Entonces, Si Andrés Manuel pide un 90 por ciento de lealtad y un diez por ciento de capacidad de jilguero, esta perdido Corral, no pasa la mínima prueba.

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